“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su único Hijo”
Hech 5, 17-27; Sal 33; Jn 3, 16-21.
Los cristianos, en su mayoría, tenemos la plena convicción de que Dios envió a su Hijo para mostrarnos su Reino y para que aquellos que caminamos en tinieblas, podamos encontrar la luz que nos alumbre y nos lleve a gozar y disfrutar del amor del Padre. Sin embargo, muchas veces en los momentos de tormenta de nuestra vida, olvidamos que abandonarnos en las manos de Dios es lo que nos da la fuerza y esperanza para seguir adelante. En la lectura de los Hechos de los Apóstoles, vemos hoy el abandono de Pedro y los apóstoles, presos por indicaciones de los saduceos, pero confiados y dispuestos a obedecer sólo a Dios. El Señor envió a su ángel para liberarlos y hacer evidentes las bellas palabras del salmo: “haz la prueba y verás que bueno es el Señor”.
La pregunta obligada para nosotros es: ¿hasta qué punto seremos capaces de abandonarnos en Dios? Los grandes personajes en la historia de la salvación, han mostrado este abandono confiado que les lleva directamente a comprometerse sin miedo en la construcción del Reino de Dios, tanto en su vida como en la realidad que los rodea.
¿Confías en el Señor?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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