Hech 15, 12-16; Sal 117; Ap 1, 9-11. 12-19; Jn 20, 19-31.
“A los ocho días estaban de nuevo reunidos”
El evangelio de hoy nos cuenta dos apariciones de Jesús a los Apóstoles, primero sin Tomás y ocho días después (un día como hoy), ya con Tomás presente. La primera de ellas es como un Pentecostés, porque Jesús, después de saludarlos (“la paz esté con ustedes”), “sopló sobre ellos y les dijo –Reciban el Espíritu Santo”.
No podemos dejar de remontarnos al día de la creación, cuando Dios sopló sobre el hombre inerte su aliento de vida. Estamos, pues, ante una nueva creación, la creación del “hombre nuevo”, que surge del aliento (el Espíritu) de Cristo Resucitado.
El Espíritu “hace nuevas todas las cosas”, ilumina, calienta, transforma, modela, configura. El Espíritu, que dará fuerza a esos once hombres llenos de miedo y tristeza, es el que a ti y a mí nos impulsa en la vida, como el viento, golpeando las velas suavemente, mueve la barca en medio del mar. Y la lleva a puerto seguro, a su destino.
Que ese Espíritu infundido en nosotros y que procede del aliento original del Resucitado, nos impulse en medio de este océano que es la vida, y nos dirija con suavidad al puerto seguro que es la vida enriquecida con la presencia viva de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Silviano Calderón S., cm
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