Hech 3, 1-10; Sal 104; Lc 24, 13-35.
“Mientras caminaban Jesús los alcanzó y se puso a caminar con ellos”
“Aquel mismo día…” dos discípulos iban a un pueblo llamado Emaús. Seguimos en el día de la Resurrección. Toda la semana es un eco, una reverberación del acontecimiento grandioso de la Resurrección de Jesús. Conocemos la escena, hermosa, del caminante que alcanza a los discípulos y camina con ellos, y les hace arder el corazón. Es primero el corazón que reconoce la presencia viva de Jesús, después serán los ojos, cuando lo vean partir el pan.
Jesús caminando con los discípulos, explicándoles la Palabra, haciéndoles revivir el corazón, entregándoles el Pan, alimento esencial para el camino de la vida, llenándolos de fuerza para correr, desandar el camino de la desesperanza y volver a la comunión de los Apóstoles a dar testimonio de su experiencia única, íntima con Jesús. Todo eso fue y es la Pascua.
Cristo sale de la tumba para irse a recorrer los caminos; todos los caminos, de todos los tiempos. Y acompañando a los peregrinos –que somos nosotros– les da su palabra y su pan para que el corazón viva y renazca la esperanza y vuelvan las fuerzas para correr y gritar que la Vida ha renacido.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Silviano Calderón S., cm
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