Hech 10, 34. 37-43; Sal 117; 1 Cor 5, 6-8; Jn 20, 1-9.
“Entonces entró el otro discípulo; vio y creyó”
Es la mañana de resurrección. El mundo se despierta nuevo, como en el primer día de la creación. El sol rompe la telaraña que la noche había tejido, manto de oscuridad y de muerte, de desesperanza y soledad.
¡La tumba está vacía!
Jesucristo fue levantado por su Padre, como el sol se levantó esta mañana, y ahora brilla como Señor del mundo y de la historia. Ahora es la Pascua la que dará dinamismo al mundo, la que lo hará caminar. No será la muerte, ni las tinieblas del mal, sino la luz, la vida y el amor, las que tienen la última palabra.
Porque la Pascua es una manera nueva de ver, abrazar y construir el mundo; una manera nueva de hacer la historia desde la luz siempre nueva y recién hecha del día luminoso de la Resurrección. Hermanos, que el Amor y la Vida sean la última palabra en el libro de la historia de todos los pueblos de la tierra; que la luz sea su único destino; que la paz y la fraternidad sean el camino.
¡Porque no hemos nacido para el odio! La Pascua de Jesucristo nos levanta, nos libera, nos capacita para apropiarnos del destino de luz y de esperanza para el que vinimos a la vida. ¡Feliz Pascua!.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Silviano Calderón S., cm
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