Lev 19, 1-2. 11-18; Sal 18; Mt 25, 31-46.
“Lo que hicieron con uno de ellos, conmigo lo hicieron”
En la primera lectura, el Levítico nos invita a la rectitud: “Juzga a tu prójimo con justicia”. Generalmente en mis juicios hacia los demás lo que menos prevalece es la justicia y la compasión, pero cuando el juicio es hacia mí, la cosa cambia. El Evangelio nos muestra que el proyecto del Reino de Dios propuesto por Jesús, está volcado hacía aquellos que más lo necesitan. Es incapaz de pasar de largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Para él la compasión es lo primero. Es la única forma de parecernos a Dios. “Sean misericordiosos como el Padre celestial es misericordioso”.
Por estas razones, no nos debería extrañar que, al hablar del juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y definitivo que juzgará nuestras vidas. El evangelista no se detiene propiamente a describir los detalles de un juicio, pero nos arroja luz para ver que solo hay dos maneras para reaccionar ante los que sufren: Nos compadecemos y les ayudamos o nos desentendemos y los abandonamos.
Nuestra vida se está jugando ahora mismo, no es necesario esperar ningún juicio, ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Luis Rodríguez Vázquez
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