Sir 4, 12-22; Sal 118; Mc 9, 38-40
“Y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”.
Dios no se limita a actuar sólo en los que pertenecemos a la Iglesia Católica. Si así fuera, la acción de Dios sería muy limitada. Dios es el creador de todo lo visible y lo invisible, rezamos en el Credo, está presente en toda la creación.
El Papa Francisco dice que Jesús nos invita a “ir más allá, a abrir nuestro corazón para poder reconocer su presencia y la acción de Dios incluso en ambientes insólitos e impredecibles y en personas que no forman parte de nuestro círculo”.
En nuestro actuar diario podemos tener estas actitudes de los discípulos, una actitud monopólica, querer ser los únicos en quienes actúa el Espíritu Santo. No debemos escandalizarnos de que otras personas hagan el bien en nombre de Jesús. Por el contrario, los que decimos seguir a Jesús debemos cuidar de no escandalizar a otros con nuestras omisiones de hacer el bien.
Muchas personas que no son cristianas ayudan al prójimo con recta intención. ¿Por qué no buscar el diálogo y las coincidencias para trabajar juntos en la construcción de un mundo más fraterno y más justo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Gladys López Pérez, hc
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