Heb 11, 1-7; Sal 144; Mc 9, 2-13.
“Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”.
Cuando un niño se sabe amado por su papá crece con más seguridad en sí mismo, sabe que no está solo, valora la familia, la amistad, tiene mayor sentido de pertenencia a la comunidad, en resumen un niño que se siente amado podrá tomar mejores decisiones en la vida.
En los Evangelios pasados hemos escuchado que Pedro declara a Jesús como el “Hijo de Dios”. Es importante tener en cuenta esto, porque hoy vemos que en el relato de la Transfiguración se escucha la voz del Padre que proclama a Jesús como “su Hijo amado” y pide que lo escuchemos. Jesús nuevamente escucha, ahora por la voz del Padre, la confirmación de ser Hijo de Dios.
Jesús es quien vive a la perfección la relación con el Padre, se sabe amado por Él, nadie conoce mejor a Dios sino Jesús, nadie nos puede llevar al Padre sino Jesús, nadie nos puede decir quién es Dios sino Jesús. Si queremos llegar a Dios, hay que escuchar a Jesús.
Las Palabras de Jesús son la única fuente confiable, sus palabras son luz que resplandece e ilumina para que vivamos como hijos amados del Padre.
Escuchemos a Jesús nuestro Hermano, creamos en su Palabra que es luz en nuestro diario caminar.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Gladys López Pérez, hc
0 comentarios