Gn 8, 6-13. 20-22; Sal 115; Mc 8, 22-26.
“Estaba curado y veía todo con claridad”.
Caminar en un lugar oscuro genera ansiedad, preocupación y miedo. Imagínate que estás en un lugar oscuro sin poder ver nada y una persona te toma de la mano y te dice que te va a llevar a un lugar seguro y con luz. Al principio, al abrir los ojos no vas a ver bien, quizá veas con dificultad, quizá un poco borroso o distorsionado, pero después irás viendo todo con claridad. El agradecimiento a esta persona que te ayudó será enorme.
En el Evangelio de hoy, San Marcos nos presenta a una persona ciega a la que Jesús toma de la mano, la cura y la hace ver todo con claridad.
En nuestra vida diaria podemos tener momentos de ceguera, en la que no vemos bien o incluso nada. Nos angustiamos, sentimos miedo y no sabemos por dónde ir.
Esta oscuridad puede ser el rencor, la envidia, la culpa, la falta de seguridad en uno mismo, el miedo al qué dirán, miedo al futuro, etc.
Deja que Jesús tome tu mano, déjate guiar por él, deja que toque tus ojos y te cure, verás las cosas con claridad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Gladys López Pérez, hc
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