“El Señor nos ha elegido antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef 1, 3‑4).
El significado de la palabra asesor es: «aquel que auxilia, ejerciendo una actividad con el propósito de ayudar a alguien en su función». Esa es, por tanto, la sublime misión del Asesor Espiritual en la Sociedad de San Vicente de Paúl: ¡ayudar!
La definición de ayudar es «socorrer; auxiliar; la facilidad; contribuir; servir». Por lo tanto, el consagrado o laico que presta asesoría a las Unidades Vicentinas, en realidad, ejerce la admirable tarea de servir.
De ahí la importancia del Asesor Espiritual, pues su servicio es fundamental en el propósito de establecer las directrices, tanto para la formación de los vicentinos, como en la determinación de las enseñanzas que deben ser transmitidas a los Pobres, asistidos por las Conferencias y las Obras Unidas.
Por eso, debemos acoger, respetar y valorar la presencia y el trabajo del Asesor Espiritual, ya que, en el caso de sacerdote, él «es un hombre escogido entre los hombres, constituido en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados» (1). Además del hecho notable de la identidad del sacerdote es ser «la de Cristo. ¡Todos los cristianos pueden y deben ser no ya otros Cristos, sino el mismo Cristo! Pero en el sacerdote esto se da inmediatamente, de forma sacramental» (2).
También debemos reconocer que nuestros Asesores Espirituales se vuelven auténticos vicentinos porque con el paso del tiempo, por medio de nuestra acogida fraterna y en la vivencia de la espiritualidad vicenciana, quedan impregnados por el mismo carisma que motivó a Federico Ozanam a «ir a los Pobres» para aliviar sus sufrimientos del cuerpo y del alma, es decir, «transformar la fe en obras». Así, el ministerio sacerdotal, que es fuente inagotable de bien, facilita sobremanera la ambientación de los sacerdotes en el medio vicentino, pues: «Cada sacerdote es un inmenso don de Dios al mundo; es Cristo que pasa haciendo el bien, curando enfermedades, dando paz y alegría a las conciencias; es ‘el instrumento vivo de Cristo’ en el mundo» (3). Y viviendo tal experiencia, el sacerdote: «presta a Nuestro Señor su voz, sus manos, todo su ser» (4).
En este aspecto, la relevancia de la Asesoría Espiritual puede ser claramente percibida a partir del momento en que comprendemos el alcance de la vida sacerdotal, porque: «El sacerdote es un enviado de Dios al mundo para que le hable de su salvación, y es constituido administrador de los tesoros de Dios» (5).
De este modo, si tenemos pleno entendimiento del sacerdocio, vamos a asimilar más fácilmente los méritos de los Asesores Espirituales. Por esa razón, es conveniente conocer los pensamientos y la doctrina del Papa Francisco referentes al ministerio sacerdotal, que proclamó así: «Conscientes de haber sido escogidos entre los hombres y puestos al servicio de los hombres en las cosas que son de Dios, realicen con verdadera caridad y alegría constante la obra sacerdotal de Cristo, con la únicaintención de agradar a Dios y no a ustedes mismos o a los hombres, por otros intereses. Sólo servir a Dios, para el bien del Santo pueblo fiel de Dios» (6). El Pontífice subrayó la suprema labor de los sacerdotes en medio del mundo: «La enseñanza de ustedes sea alimento para el pueblo de Dios, alegría y sustento a los fieles de Cristo, el perfume de sus vidas. Y con la palabra edifiquen la Casa de Dios que es la Iglesia. Ejercerán también, en Cristo, el oficio de santificar. Por el ministerio de ustedes se realiza plenamente el sacrificio espiritual de los fieles, unido al sacrificio de Cristo, que, junto con ellos, es ofrecido por sus manos sobre el altar, de modo sacramental, en la celebración de los santos misterios» (7). De esa realidad palpable del oficio sacerdotal, el Papa Francisco exhortó a los sacerdotes: «Por favor, no se cansen de ser misericordiosos. Piensen en los pecados de ustedes, en las miserias de ustedes que Jesús perdona. Sean misericordiosos. Con el óleo santo darán alivio a los enfermos. Celebrando los ritos sagrados y ofreciendo en las varias horas del día la oración de alabanza con acciones de gracias y súplicas, serán voz del Pueblo de Dios y de toda la humanidad» (8). Y en la secuencia, el Papa concluyó sus orientaciones, enfatizando: «Tengan siempre ante los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no vino a ser servido, sino a servir y a buscar y salvar lo que estaba perdido» (9).
Sin embargo, los valores del Sacramento de la Orden son ilimitados, como ha atestiguado el Papa Juan Pablo II: «Jesús nos identifica de tal modo consigo en el ejercicio de los poderes que nos ha conferido, que nuestra personalidad desaparece ante la suya, ya que es Él quien actúa por medio de nosotros» (10). Y añadió: «Y es Él —Jesús— quien habla cuando el sacerdote, ejerciendo su ministerio en nombre y en el espíritu de la Iglesia, anuncia la Palabra de Dios. Es Cristo mismo quien cuida de los enfermos, de los niños y de los pecadores, cuando el amor y la solicitud pastoral de los ministros sagrados los envuelven» (11). Por lo tanto, los vicentinos pueden considerar un inmenso privilegio disponer de los Asesores Espirituales comprometidos en la SSVP y comprometidos con los mismos ideales del beato Federico Ozanam, que «formó una red universal de caridad para aliviar la miseria corporal y espiritual de los Pobres».
Por último, es necesario mencionar que, frente a tantos ataques dirigidos a los presbíteros, casi siempre con el objetivo de difamar el Sacramento de la Orden, perjudicar la vocación sacerdotal e injuriar a la Iglesia Católica, nosotros, los vicentinos, debemos discernir sobre la verdad de los hechos y, cuando constatamos que son meros insultos contra los sacerdotes, salir en su defensa, con la fuerza de las palabras de Santa Catalina de Siena, que imaginó a Dios hablando sobre los sacerdotes: «No se debe ofenderlos: ofendiéndolos, me ofenden a mí, y no a ellos. Por eso, prohibí y dije que no admito que sean tocados mis Cristos» (12).
Que la Virgen propicie a los sacerdotes el bien precioso de gozar merecidamente: «el momento de presentarse ante Dios, Jesucristo les irá al encuentro, para glorificar eternamente a aquellos que, en el tiempo, actuaron en su nombre y, en su Persona, derramando con generosidad la gracia de la cual eran administradores» (13).
«Donde el pueblo de Dios tiene una necesidad, allí está el sacerdote que sabe escuchar y siente un mandato amoroso de Cristo, que lo envía para socorrer, con misericordia, aquella necesidad o apoyar los buenos deseos con caridad creativa» (Papa Francisco).
Nota Importante: Las citas transcritas en este artículo son parte de la obra “Falar com Deus” (Cáp. “Amor e Veneração pelo Sacerdócio”), de Francisco Fernandes Carvajal, (7 volúmenes, Editora Quadrante), a excepción de las citas del Papa Francisco.
Referencias:
(1) cfr. Hb 5, 1.
(2) Josemaría Escrivá, Amar a Igreja, pág. 72.
(3) cfr. Concílio Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, 12.
(4) cfr. Josemaría Escrivá, op. cit. Amar a Igreja, pág. 71.
(5) cfr. 1 Cor 4, 1.
(6) Basílica de São Pedro, Homilia na Missa do IV Domingo da Páscoa, Celebração do “Bom Pastor”, Dia Mundial de Oração pelas Vocações, 22/04/2018.
(7) cfr. Idem.
(8) cfr. Idem.
(9) cfr. Idem.
(10) Homilia para Sacerdotes Brasileiros, 2‑VII‑1980.
(11) cfr. Idem.
(12) cfr. “O Diálogo”.
(13) Josemaría Escrivá, op. cit. Amar a Igreja, pág. 83.
Autor: João Marcos Andrietta (58 años) pertenece a la Conferencia Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción (Salto – SP) y es portador de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).
Fuente: http://www.ssvpbrasil.org.br/
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