Heb 1, 1-6; Sal 96; Mc 1, 14-20.
Hoy comenzamos a leer la Carta a los Hebreos como texto de la primera lectura. “De muchas y fragmentarias maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo…”. Y todo nos lo dijo en él. ¿Podremos detenernos y escucharlo?
Daniel-Marie Thevenet poco a poco se había ido alojado en los corrales del infierno. Primero dejó que el marxismo colonizara su mente, pasó después a asaltar bancos, a la droga, la pornografía y a incursionar en la masonería y el esoterismo. Tuvo que emigrar a Italia, prófugo de la justicia francesa. Entonces lo tentó el suicidio. Pero una numerosa familia de Roma lo acogió como a uno más entre los suyos. “Éramos pobres y felices” y este amor lo ayudó a dejar la droga. Después, un buen día, un sacerdote le regaló una
Biblia, y Daniel-Maríe la abrió y leyó: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, y fue para él como el Big-bang de un largo encuentro. Al domingo siguiente acudió a la misa, y la “viví como la más sencilla y la más bonita de mi vida”.
Hoy Daniel-Marie es un sacerdote franciscano.
¿Y tú y yo no podremos, al fin, escuchar al que es el Camino, la Verdad y la vida?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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