1Jn 3, 7-10; Sal 97; Jn 1, 35-42.
“Vengan y verán… eran como las cuatro de la tarde”
La fe cristiana no es creer un sistema de verdades, de mandamientos o de cultos. Es, antes que nada, creer en una persona que se llama Jesucristo. Encontrarse con él y dejarnos encontrar por él. Ver y experimentar “donde mora o permanece”, y él es el que nos invita a ese encuentro. Si ese encuentro se da, si tenemos esa dicha, también nosotros recordaremos para siempre “esas cuatro de la tarde” como los discípulos primeros.
Así le pasó a Meagan Montanari. Venía de más de 15 años de depresiones, drogas, calle, intentos de suicidio, cárceles… Después de hospedarse con las Misioneras de la Caridad, comenzó el catecumenado de adultos y en la Vigilia Pascual del 2015 entró en la Iglesia Católica. Ahora nos confiesa: “después de recibir la Eucaristía, noté que estaba cambiando: interna, espiritual, intelectual y moralmente.
Empecé a pensar y sentir de manera diferente. Me estaba convirtiendo en una persona nueva, literalmente estaba experimentando un volver a nacer”.
—Rabí, ¿Dónde moras? Y Jesús le contestó “ven y verás” que también estoy en el sagrario esperándote. Pues la vida cristiana es una relación con Jesucristo.
Y en la eucaristía está con nosotros.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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