I Jn 1, 1-4; Salmo 96; Jn 20, 2-8.
“Les escribimos esto para que su alegría sea completa”
«Si no lo veo no lo creo”, frase tomada del apóstol incrédulo Tomás. También frase que se dice cuando sucede algo inesperado o que juzgábamos imposible.
“Ver para creer”: (Tomada al pie de la letra) Frase tonta que repetimos sin mucha reflexión.
Hoy celebramos la fiesta del apóstol y evangelista San Juan. Su primera carta abunda en expresiones como “hemos visto y oído y tocado”. Y el evangelio (también suyo) contiene la frase inquietante “vio y creyó”. Ajá, ¿no que no? Pues, no. Lo que se ve no se cree. La fe transciende la razón y la razón no necesita ningún ejercicio de fe. Pero no por eso la fe y la razón dejan de ser buenos socios.
Lo que confiesa Tomás no es lo que ve y palpa. Lo que ve Juan –unos lienzos doblados– no es lo que termina creyendo. La humanidad de Jesús se podía ver y tocar. Su divinidad es objeto de fe.
Pero no nos sintamos defraudados: Aún su humanidad deja muchos espacios para la fe.
”Ver para creer” ha engendrado otras variantes: “Comprender para creer”. San Agustín ha defendido la complementariedad de la fe y de la razón, pero no a partes iguales. La razón solo puede llegar hasta las fronteras de la fe, aunque su servicio no es inútil. Y afirmará: “Creer para entender; entender para creer”; es decir, creo para entender y puedo y debo razonar mi fe. La fe no es absurda; la fe es razonable.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Miguel Blázquez Avis, CM
0 comentarios