Luz en la oscuridad

por | Dic 20, 2018 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Luz en la oscuridad (Lc 1-2)

En este luminoso tiempo del nacimiento de Jesús, que supera la oscuridad y el frío, parece ir contra corriente cuando se nos muestran también aspectos de sufrimiento y de muerte. Sin casi darnos cuenta aparecen historias secundarias, como la inquietud de María ante el anuncio del Ángel, la traicionera petición de Herodes a los tres Reyes, la negativa del posadero a acoger a la futura pareja y la advertencia de Simeon sobre las espadas en el futuro. ¿Cómo encaja esta tensión agonizante en un acontecimiento tan vivificante? Es una pregunta que se extiende más allá de la narrativa de la infancia, hasta el futuro fallecimiento de este recién nacido en una cruz.

Un marco para interpretar esta yuxtaposición de oscuridad y luz fue el enfoque de San Anselmo en el siglo IV, conocido como expiación sustitutiva. En él, el honor de Dios Padre estaba tan empañado por los pecados de la humanidad que solo podía restaurarse por el acto desinteresado de una persona libre de pecado, por la muerte del propio Hijo de Dios. En los últimos años, muchos han venido a replantear el sufrimiento de Jesús bajo una luz muy diferente. En lugar del pago debido a un Dios insultado y enojado, se interpreta como parte de una seguridad inquebrantable de la cercanía de Dios, una promesa que incluso (y especialmente) en la terrible muerte de Jesús, Dios se acerca. Esta muerte libremente aceptada comunica solidaridad, no ira. Revela la permanencia del Espíritu a lo largo de la vida y particularmente en esos momentos llenos de miedo que llevan a la hora final de la vida.

En este contexto, las notas más oscuras de la historia de Navidad pueden armonizar mejor con su mensaje principal: Emmanuel, Dios con nosotros. Aunque la amenaza está al acecho en las sombras, subyacente está la seguridad divina de que no nos enfrentamos solos a estas amenazas. La corriente más oscura que corre contra la Sagrada Familia no es una parte del precio que se paga a un Padre ofendido, sino que es el reverso de la corriente más luminosa: Dios siempre se está acercando. Transmite acompañamiento en lugar de reembolso.

Aquí resuena la llamada vicenciana a caminar con los que viven en la oscuridad. El servicio a las personas pobres a menudo nos pone en contacto con situaciones sombrías, e incluso mortales. Pero la verdad de la Navidad es que la luz de Dios impregna la penumbra de aquellos tiempos y, finalmente, rechaza la oscuridad que la invade. Aunque quizás suenen poéticas ante el desaliento, estas historias llenas de luz ponen de manifiesto la afirmación de que no estamos solos en esa oscuridad, que Dios nos rodea con lo que los místicos han llamado una oscuridad deslumbrante, aquella que, en la oscuridad de la noche, se rompen ante la llegada de Dios, llegando el amanecer.

Aunque hay una trama oscura que atraviesa la luz, incluso así se emite un mensaje esperanzador si lo interpretamos correctamente. El Dios que ama a todo y a todos está acompañándonos allí. En Jesús, la compasión divina se acerca tanto en los sucesos brillantes de la vida como en los cubiertos de nubes.

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