Sir 48, 1-4.9-11; Salmo 79; Mt 17, 10-13.
“Tú fuiste designado para reconciliar a los padres con los hijos”
Existía una vieja creencia entre los judíos sobre el profeta Elías, de la que se hace eco el profeta Malaquías: “He aquí que yo envío a mi profeta Elías antes de que llegue el día, el grande y terrible día del Señor”.
Esta simple creencia les servía de pretexto a los fariseos para cuestionar el carácter mesiánico de Jesús. Si Jesús era el Mesías, ¿a ver, dónde está Elías?
Los apóstoles, que compartían las creencias de su tiempo, son los que plantean esta dificultad a Jesús. Además, algunos de los apóstoles tienen sobradas razones para hacer la pregunta; acaban de ver a Elías junto a Jesús y Moisés en la escena de la Transfiguración.
Y Jesús les explica: En realidad Elías ya ha venido en la persona de Juan, su precursor. De él, como de Elías, se dice que “ha venido a reconciliar a los padres con los hijos”. Con él se han ensañado, como se ensañarán contra el Mesías. En esto también lo ha precedido este hombre de fuego que era Juan Bautista.
A fin de cuentas, el asunto no es para perder el tiempo en leyendas, creencias y fantasías, que distraigan de lo fundamental: el proyecto de salvación de Dios, al que ellos van a contribuir muy a su pesar. El Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos y así se llevará a cabo la salvación de todos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Miguel Blázquez Avis, CM
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