Evangelio y Vida para el 10 de diciembre de 2018

por | Dic 10, 2018 | Evangelio y Vida, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Is 35, 1-10; Salmo 84; Lc 5, 17-26.

“Los dominan el gozo y la alegría”

Dios es todopoderoso y omnisciente. Pero hay una cosa que puede ‘desarmar’ a Dios: la fe. El mismo Dios no puede resistirse, se rinde ante la fe. Los milagros la exigen. Un milagro que se hiciera sin la presencia de la fe sería un desperdicio, peor que un libro en una reunión de analfabetas.

La curación de un paralítico, junto con el perdón de sus pecados, son dos maravillosos milagros, el primero (el perdón) más maravilloso y difícil que el segundo (la curación del cuerpo).

Y ahí estaban, ante Jesús, dos grupos: los que creían y los que no creían. Los que, asombrados, decían haber visto maravillas y los que sólo vieron en el acto de Jesús, un acto pretencioso y blasfemo.

Jesús vio la fe de aquellos hombres que portaban al enfermo, como vio los pensamientos mezquinos y envidiosos de los escribas y fariseos. Y viendo la fe de los primeros, Jesús le dijo al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, y viendo la incredulidad de los otros, Jesús hace un gesto desafiante: cura al enfermo de su parálisis. En ese orden; lo primero es lo primero –que no se nos olvide– primero el espíritu, después, el cuerpo.

¡Qué grande es la fe de aquellos hombres! ¿Es la nuestra una fe viva o una fe rutinaria?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Miguel Blázquez Avis, CM

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