3 Jn 5-8; Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6; Lc 18, 1-8.
“Ven Espíritu Santo, y hazme un hombre de oración”
Sabemos y hemos experimentado que Dios es fiel, que no nos abandona y que hace maravillas por nosotros. Pero muchas veces no estamos dispuestos a permanecer fieles a Dios, ni perseverantes en la fe. Porque es fácil decir “sí creo” pero seguimos consultado los horóscopos, la brujería y la pornografía; y seguimos cayendo en la indiferencia, en la pereza y en la corrupción.
La invitación de Dios es clara: ser persistentes en la oración para ser perseverantes en la fe. Con la oración estaremos confiando en su providente compañía y nos dispondremos a trabajar por un mundo mejor en el amor.
La oración es:
- Un diálogo íntimo con
- La presencia del Espíritu Santo en
- El motor de la
- La fuerza de la vida
- El impulso de la unidad
Oremos por lo menos 10 minutos al día, ya sea de manera personal, familiar o grupal, de tal ma- nera que la oración se convierta en un hábito y en una actitud de total confianza amorosa en Dios. Recordemos: “Dichosos los que temen al Señor” (Sal 111).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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