2 Jn 4-9; Sal 118, 1. 2. 10. 11. 17. 18; Lc 17, 26-37.
“Ven Espíritu Santo, fuego que nos consume en amor”
as personas viven angustiadas por el cómo y el cuándo será el día fatal del fin del mundo; y hasta le ponen fecha, como si supieran los acontecimientos futuros.
Los hombres y mujeres de este tiempo debemos estar atentos y preparados para el momento del encuentro con el Hijo del hombre: Jesucristo. Esta preparación no ha de ser tan solo un instante o un momento determinado, porque nuestra vida es un camino constante que requiere una conversión permanente y continua.
Nosotros, como Iglesia, debemos esperar la venida del Señor con una actitud de fe –en la que reconozcamos su presencia–, con una esperanza gozosa –en la que vivamos sus promesas–, y con una caridad que inflame –en la que se exprese la humildad del servicio–.
Debemos ser signos de esperanza con nuestro actuar y nuestro hablar. Y que a la hora de la muerte, el Señor nos encuentre con los signos de la misericordia (ayudar al hambriento y al sediento, asistir al migrante y al indigente, visitar al enfermo y al encarcelado). Entonces veremos el Reino eterno de Dios: “Dichoso el que cumple la ley del Señor” (Sal 118).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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