Flp 3, 3-8a; Sal 104; Lc 15, 1-10.
“Ven Espíritu Santo y se renovará nuestra vida”
Y me pregunto ¿por qué Jesucristo busca a los pecadores?
Quizá porque comprende nuestra debilidad, nuestras tentaciones, nuestra humanidad –él es verdadero hombre–, y es tan misericordioso que sabe que en nuestro corazón hay buenas intenciones y el deseo de seguir el camino del bien.
Sin embargo, es muy triste saber que el Dios del amor, el Buen Pastor que nos carga feliz sobre sus hombros, viene a nosotros y nosotros seguimos actuando movidos por el odio y la soberbia, la avaricia y la pereza, los vicios y los falsos placeres que tanto nos destruyen.
Nos dejamos arrastrar por los malos pensamientos y las malas acciones.
En los dos ejemplos del Evangelio se nos muestra el extremo de ir por lo más perdido, por lo último; la misericordia es una exigencia de Jesucristo para no perder a nadie de su rebaño, de su tesoro. Reconozcamos nuestros pecados y nuestra vida tal cual es, busquemos siempre el arrepentimiento, la conversión y el perdón en los brazos del Buen Pastor, nuestro Dios, Padre Misericordioso: “el que busca al Señor será dichoso” (Sal 104).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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