Flp 2, 12-18; Sal 26; Lc 14, 25-33.
“Ven Espíritu Santo, lléname de alegría y paz”
Las comodidades de la vida y las seducciones del mundo nos han perturbado pensando que lo que ofrecen nos da seguridad; y es cierto, pero solo temporal y ante las cosas materiales, no ante las cosas del corazón, no ante el mensaje de amor, no ante la felicidad de Dios.
Jesús nos habla del desapego y del despren- dimiento total de las cosas del mundo. Es así de exigente su llamado. Y nuestra respuesta debe ser radical, tomar la cruz y desgastar la vida hasta terminar su obra de amor en el mundo. Tener la valentía de aceptar nuestras cruces: imperfecciones, problemas, tentaciones, pecados, dudas, compromisos, y con ello aceptar que Jesucristo nos quiere como discípulos suyos, viviendo su evangelio.
El llamado que Cristo nos hace es a construir el Reino de Dios y llegar a la vida eterna con las manos –y nuestra vida– desgastadas por la entrega y el servicio.
Preparémonos desde hoy a esa vida eterna en el cielo renunciando a todo lo que no nos lleva a la felicidad divina. Porque lo único verdadero es apoyarse en Dios.
“El Señor es mi luz y mi salvación” (Sal 26).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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