Ef 4, 7. 11-16; Sal 121; Lc 13, 1-9.
«Si no se convierten, perecerán de forma semejante»
Los judíos creían que cualquier mal que sufriera una persona era un castigo por su pecado. Mientras más tenga que sufrir una persona, ¡entonces su pecado debe ser mayor! Jesús rechaza esta idea simplista y en cambio enfatiza el arrepentimiento, que significa una vuelta hacia Dios y hacia el prójimo.
El cultivo y la fertilización de la higuera que vemos en la parábola de hoy, es un símbolo de la misericordia de Dios en acción. El Señor nos ha plantado en esta vida, nos ha dado todo lo que necesitamos para dar los frutos que podamos.
Señor, Tú conoces mejor que nosotros nuestras fortalezas y debilidades. Tú eres un Dios paciente y que nos ama y
has plantado las semillas del cambio en nuestro corazón. Ahora es nuestra responsabilidad que esas semillas den fruto.
Un día del futuro será nuestro último día en la tierra. Desde ese día ya no tendremos otra oportunidad para mejorar la calidad o la cantidad de los frutos que daremos.
¿Y si ese día fuera hoy?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta López, CM
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