Gál 5, 18-25; Sal 1; Lc 11, 42-46.
“¡Pobres de ustedes, fariseos!”
Jesús nuevamente es muy crítico con aquellos que permanecen atados a la observancia externa de la ley y a los rituales. Ellos descuidan los aspectos más importantes de la vida, tales como la justicia, y el amor a Dios y al prójimo. Con mis propias actitudes y valores, ¿muestro la mentalidad de un fariseo o la de Cristo?
El pueblo judío estaba sobrecargado con las leyes. Jesús lo compadece y lo defiende con fuerza. ¿Soy sensible a lo que ocurre en el corazón de una persona pobre? ¿Alguna vez descuido la justicia y el amor de Dios?
Señor, hazme consciente de mis preocupaciones superfluas, e infunde en mi corazón tu Espíritu de amor y de justicia. Toma mi pobre corazón y hazlo semejante al tuyo.
San Ignacio de Antioquía fue discípulo directo de San Pablo y San Juan. El primero en llamar a la Iglesia “Católica”. Condenado a morir devorado por las fieras, fue trasladado a Roma y allí recibió la corona de su glorioso martirio el año 107. En el trayecto escribió siete cartas en las que habla sabiamente de Cristo, de la constitución de la Iglesia y de la vida cristiana.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta López, CM
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