Gál 5, 1-6; Sal 118; Lc 11, 37-41.
«Den limosna de corazón y entonces quedarán limpios»
Hay un fariseo en cada uno de nosotros, grande o pequeño, que prefiere limpiar la suciedad exterior de la taza en vez de sacar la codicia y la maldad de su interior. La única manera de manejar este conflicto es adueñarme de la oración del publicano en el templo: “Ten piedad de mí, que soy un pecador”.
Jesús ve una conexión entre dar limosna y la purificación del corazón. En todas partes insiste en que la verdadera limosna debe ser sincera, y no sólo para provocar la admiración de los otros; no es lo que damos, sino cómo lo damos.
¿Cómo reacciono ante quienes piden mi ayuda material? ¿Cuál es mi reacción frente a la actual crisis migratoria y todos los conflictos sociales, y qué me dicen sobre el estado de mi corazón?
¿Oro para ser realmente libre para amar a aquellos que están en necesidad?
“La conversión no se reduce a formas exteriores o a vagos propósitos, sino que implica y transforma toda la existencia a partir del centro de la persona, desde la conciencia.” (Papa Francisco).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta López, CM
0 comentarios