Sab 7, 7-11; Sal 89; Heb 4, 12-13; Mc 10, 17-30.
“Vende lo que tienes y sígueme”
Este domingo nos encontramos en el evangelio con un joven que ha cumplido los mandamientos, es una buena persona, pero tiene algo que le impide ganar la vida eterna: el apego a su riqueza. El joven es incapaz de desprenderse de todo lo que tiene, de quedarse sin nada para seguir a Jesús. Prefiere conservar su riqueza a compartirla, su bienestar es intocable; aunque eso implique continuar lejos de Jesús.
Quizás seamos como el joven del evangelio. Cumplimos los mandamientos, somos buenos, fieles cumplidores de la Eucaristía, pero estamos vacíos, porque nos falta lo principal: amar a Jesús y amar al hermano. También a nosotros nos costaría entrar por el ojo de la aguja, porque para entrar debemos ser desprendidos, generosos, vivir la caridad y aceptar la invitación de Jesús: prescindir de nuestras seguridades materiales para lanzarnos a la aventura fascinante de encontrarlo a él y una vida nueva.
Nosotros, como iglesia, deberíamos replantearnos nuestra fe y nuestro seguimiento de Jesús.
¿Qué respuesta estamos dando ante una sociedad en crisis? ¿Estamos dispuestos a vivir más austeramente, a compartir?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta López, CM
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