Job 19, 1-12. 14-16; Sal 87; Lc 9, 57-62.
“Te seguiré adondequiera que vayas.”
Jesús fue libre y decididamente a Jerusalén para salvarnos, nos invita a seguirlo y nos enseña que las exigencias de su reino son radicales.
Jesús nos invita a seguirlo libremente, con fe y esperanza caminando con él hacia el Padre, por el camino seguro del amor. Y resulta que en este amor los demás sabrán que somos sus discípulos, ni más, ni menos.
Tomemos en cuenta que Jesús dijo esto cuando Judas ya salía a traicionarlo, es decir, cuando ya su muerte era inminente; este gran acontecimiento, su muerte, fue ‘su forma de amarnos’, por eso el amor a los demás ha de ser como el amor de Jesús: morir a nosotros mismos, a nuestros pensamientos, a nuestras preferencias, a nuestra comodidad, hacer cosas que nunca hemos hecho por los demás, ese es el ‘mandamiento nuevo’. A veces seguiremos a Jesús más de cerca, en ocasiones un poco de lejos; lo importante es nunca perderlo de vista y acercarse a él cuando nos estemos separando. ¿Mi seguimiento de Jesús, está marcado por el amor?
Francisco de Borja no se dejó engañar por el mundo. Sabiéndose “nada” confió todo en Jesucristo y logró la santidad. Fue canonizado en 1671.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta López, CM
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