2 Tes 3, 6-10. 16-18; Sal 127; Mc 6, 17-29.
“No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”
Hoy celebramos la memoria del martirio de san Juan Bautista, el precursor del Señor. El Bautista era un hombre de Dios, que se preparó en el desierto con una vida sobria y humilde, en espera de la llegada del Mesías: “no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.
Su acción la desarrolló en torno a la ribera del Jordán donde bautizaba como señal de conversión, pero con una promesa: “Aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo… él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”. La culminación del testimonio del Bautista fue su propia pasión en la cárcel y su muerte de la manera más cobarde y absurda, movida por intrigas de aquellos que ostentaban el poder.
Su martirio es también anticipo de la pasión y muerte de Jesús, que de igual manera será movida por envidias y venganzas de aquellos que se sintieron amenazados por su predicación. Hoy sigue habiendo cristianos que mueren inocentemente en países donde el anuncio del Evangelio es causa de incomodidad y de amenaza.
Pidamos al Señor que asumamos nuestra vocación cristiana todos los días.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza, cm
0 comentarios