Ez 36, 23-28 Sal 50; Mt 22, 1-14.
“El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo”
Las enseñanzas de Jesús tienen como centro el anuncio de la Buena Nueva del Reino. No lo explica sino con parábolas, como la de hoy, utilizando una bella imagen recurrente en el Antiguo Testamento, la de “un banquete de bodas”. Jesús nos pone en contexto, se ha organizado la boda del hijo del monarca, se pide la presencia de los invitados, quienes se negaron ir. En una segunda invitación, tampoco aceptan. El rey, entonces, considera que “los invitados no eran dignos” y manda a sus siervos a los cruces de los caminos para que, a cuantos encuentren, les hagan la invitación a la boda real. Luego hace una anotación: se reunió a todos, “buenos y malos”.
Esta historia es un recordatorio de que algunos fueron primero invitados y rechazaron al Rey. Pero gracias a esta negativa de Israel, la invitación fue hecha a los que se encontraban en los cruces de los caminos (pecadores y paganos) para participar del banquete de bodas, del Reino.
La invitación del Señor sigue en pie, pero falta nuestra respuesta personal: aceptarla o “no hacerle caso…”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza, cm
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