Ez 24, 15-24; Deut 32; Mt 19, 16-22.
“Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?”
La invitación al seguimiento del Señor no corresponde solo a algunos, sino a todos, y Jesús siempre tiene la iniciativa llamándonos de muchas maneras y pidiéndonos realizar una misión.
Hoy escuchamos el encuentro de Jesús con el joven rico, quien le pregunta lo que tiene que hacer de bueno para conseguir la vida eterna. Jesús primero lo centra: uno solo es el Bueno, Dios; luego lo remite a lo enseñado al pueblo de Israel, “guarda los mandamientos”. Para él aquello era un bocado ya comido, pero no está satisfecho y aspira a algo más. Es entonces cuando Jesús lo lanza a lo “perfecto” (superarse a sí mismo desde Dios): vende, dalo, tendrás y sígueme… Son verbos que describen el proceso para alcanzar lo perfecto.
Pero el reto es demasiado grande: “Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes”.
A veces sentimos que hemos alcanzado la meta y que todo lo podemos, pero cuando entramos en nosotros y nos confrontamos con el Señor, nos damos cuenta que el Señor tiene nuevos horizontes para recorrer y que nos llevarán a alcanzar aquello que le propuso al joven rico: “Si quieres ser perfecto…”
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza, cm
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