Prov 9, 1-6; Sal 33; Ef 5, 15-20; Jn 6, 51-58.
“Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”
En estos últimos domingos hemos estado leyendo el capítulo 6º del evangelio de san Juan, donde Jesús nos habla, con motivo de la multiplicación de los panes, sobre “el Pan de Vida”. Jesús ha amonestado a la multitud porque lo buscan por el pan con que fueron saciados y no porque hayan reconocido los signos milagrosos que los exhortan a buscar el pan que permanece para la vida eterna.
En el diálogo que sostiene con sus seguidores les aclara que el “pan del cielo” no es el maná que comieron sus padres, sino que el verdadero pan del cielo es él mismo: “Yo soy el Pan de Vida”. Sus oyentes se cuestionan, no entienden a Jesús: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”.
Sin la fe, las enseñanzas de Jesús son difíciles de aceptar, incluso en nuestros días; pero sabemos por la fe, que la presencia real de nuestro Salvador en el sacramento de la Eucaristía ha sido su santa voluntad. En la celebración de la comunidad congregada por el Señor, en la consagración, por la acción del Espíritu Santo el pan y del vino se transforman en el Cuerpo y Sangre de Jesús, que se nos da como alimento para la vida eterna.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza, cm
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