1 Re 19, 4-8; Sal 33; Ef 4, 30-5, 2; Jn 6, 41-51.
“¿No es éste Jesús… cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?”
Hoy la Palabra de Dios nos prepara al evangelio con el pasaje del libro de los Reyes, donde Dios asiste al profeta Elías en su camino de huida ante el peligro de ser asesinado. Encaminándose hacia el monte del Señor, el Horeb, el Señor lo asiste proporcionándole el alimento necesario para alcanzar su meta.
En el evangelio escuchamos parte del discurso de Jesús sobre el Pan bajado del cielo; Jesús ha ido llevando a quienes lo escuchan a centrar su mirada en el verdadero pan del cielo, no como el que comieron los israelitas en el desierto, pues perecieron. Es Jesús mismo ese pan: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo”. Son palabras que fueron escandalosas para sus contemporáneos: “…duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?”.
Hoy esta afirmación de su presencia real en la eucaristía no deja de ser cuestionada, incluso por los cristianos no católicos, porque esto presupone el don de la fe, y solamente por medio de ella podemos acceder al significado profundo de lo que Jesús nos enseñó.
Señor, danos la fe, y danos siempre de ese pan.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza, cm
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