Jer 7, 1-11; Sal 83; Mt 13, 24-30.
“Dichosos los que tienen un refugio en ti, aquellos cuyo corazón te alaban”
Nuestra vida se desarrolla en medio de muchos problemas, tribulaciones y tentaciones que pueden llegar a ser como la cizaña del evangelio de hoy. Pero no nos confundamos, no es posible convertirnos en cizaña; lo que sí es posible, es que creamos que la cizaña nos hace más fuertes, más firmes para afrontar la vida; siendo así, nos podría dar miedo apartarnos de ella el día de la cosecha. Dice Jesús que ese día se apartará el trigo de la cizaña para echar ésta al fuego. ¿Pero qué podrá hacer el sembrador si el trigo se dejó ahogar por la cizaña? Tendrá que echarlos juntos al fuego, no porque el sembrador lo haya querido, sino porque el trigo no confió, no aceptó que para vivir, bastaba con lo que el sembrador le ofrecía. Y se dejó deslumbrar.
Reflexiona: ¿qué aspectos de tu vida pueden representar la cizaña del evangelio?
Lo maravilloso de esta parábola es que nos trasmite la verdad sobre nuestro ser: todos somos trigo, somos buena semilla, cada día tenemos la oportunidad de dejarnos fortalecer por Dios.
¡Hagámoslo!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares
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