Is 7, 1-9; Sal 47; Mt 11, 20-24.
“Dios nuestro, es el que nos guía para siempre.”
Juan el Bautista ha sido encarcelado, pero Jesús ha seguido enseñando. Es de entenderse que a Jesús le indigne la falta de fe de la gente, su insatisfacción; es por eso que en los versículos de este evangelio escuchamos a Jesús recriminar a los habitantes de las ciudades que han convivido más de cerca con él. Acaso podríamos ser tú o yo que hemos tenido la oportunidad de ir a la catequesis, frecuentar los sacramentos, participar más de cerca en la parroquia, conocer los lugares por donde anduvo y vivió Jesús, y sin embargo no ha servido todo ello para que dejemos nuestra mediocridad en la entrega de nuestra vida por las cosas del Reino, ni para convertirnos de corazón al ver las maravillas que Jesús realiza en nuestra vida. Difícil es la misión de Jesús al ver que, quienes no deberían dudar, quienes se supone que deberían abrirse a la fe, no lo busquen.
Es un mensaje muy fuerte para nuestra vida actual. Pidamos por los evangelizadores de nuestro tiempo y por nosotros mismos, para que no desfallezcamos en la lucha por lograr que los enfermos sean cuidados, los pobres socorridos, los niños atendidos y formados en la fe.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares
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