2 Re 17, 5-8.13-15; Sal 59; Mt 7, 1-5.
“No juzguen y no serán juzgados”
Para invitarnos a no ser tan rápidos en el juzgar a los otros sin mirarnos primero nosotros mismos, Jesús usa una comparación tan desproporcionada como real: la viga en nuestro ojo y la paja en el ojo ajeno. Podríamos pensar: ¡Qué exageración!
¿No es más bien exagerado el que tú te constituyas en el máximo tribunal cuando emites cualquier juicio, reproche ocrítica atussemejantes?
¿No es más bien exagerado el que tú te coloques como el gran representante de la decencia, como un ser intachable y purísimo, cuando juzgas, sentencias y condenas a otros, que al final de cuentas son igual de frágiles e inconsistentes que tú? ¿No es más exagerado que en el fondo te consideres el parámetro de la bondad y de la justicia, que puede aprobar o reprobar la vida de los otros?
El señor nos invita a ser humildes y bondadosos de corazón, de pensamiento y de palabra; a mirar nuestra verdad, nuestras debilidades y fortalezas, y, desde una vida coherente, dar testimonio a nuestros hermanos invitándolos a una vida fiel al evangelio. Invitarlos no con nuestros reproches, sino con nuestra acogida; no con nuestros juicios, sino con nuestro amor; no con nuestras críticas, sino con nuestro perdón y tolerancia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, cm
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