Is 49, 1-6; Sal 138; Hech 13, 22-26; Lc 1, 57-66. 80.
“¿Qué va a ser de este niño?”
El evangelio de hoy termina con un resumen escueto de toda la vida “oculta” de san Juan: “El niño crecía, se fortalecía espiritualmente y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó a Israel”. Pocas palabras comparadas con la larga narración de su concepción milagrosa y la algarabía de su nacimiento. Pocas palabras para resumir la vida de uno de los personajes centrales en la historia de la Salvación, a quien le tocó preparar al pueblo ante la inminente aparición de Jesús, quien lo identificó y lo señaló ante sus discípulos, quien lo bautizó y quien terminaría entregando su vida por la verdad y radicalidad del evangelio. Él mismo parece que fue un hombre de pocas palabras. Pocas pero directas, contundentes. Profeta enérgico, formado en la rigidez del desierto, donde fue limpiando la mirada, purificando la mente, encendiendo el corazón, “fortaleciendo el espíritu”, para cumplir con su misión de ser el último profeta de la espera (AT) y el primero del cumplimiento de las promesas (NT).
Señor, que yo también limpie mi mirada para poder reconocerte, acogerte y anunciarte con fuerza y valentía. Como el buen Juan.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, cm
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