Sir 48, 1-14; Sal 96; Mt 6, 7-15.
“Ustedes oren así: Padre nuestro…”
Nunca terminaremos de comprender y vivir todo lo que decimos cuando decimos PADRE a Dios. Y seguramente nunca diremos esta palabra con la intensidad y fascinación con que la decía Jesús.
Hay un texto (de José Mª Rodríguez Olaizola, sj) que, al poner la oración del Padre Nuestro dicha desde Dios, tal vez nos ayude a entrar un poco más en el significado de esta hermosa oración, regalo de Jesucristo para todos nosotros.
Hijo mío, que estás en la tierra.
Haz que tu vida sea el mejor reflejo de mi nombre.
Adéntrate en mi reino, en cada paso que des,
en cada decisión que tomes, en cada caricia y cada gesto.
Constrúyelo tú por mí, y conmigo.
Esa es mi voluntad, en la tierra y en el cielo.
Toma el pan de cada día, consciente de que es un privilegio y un milagro.
Perdono tus errores, tus caídas, tus abandonos, pero haz tú lo mismo con la fragilidad de tus hermanos.
Lucha para seguir el camino correcto en la vida, que yo estaré a tu lado. Y no tengas miedo, que el mal no ha de tener, en tu historia, la última palabra.
Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, cm
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