1 Re 21, 1-16; Sal 5; Mt 5, 38-42.
“Ojo por ojo, diente por diente”
Era muy “moderna” la ley del Talión, y muy justa, según los antiguos judíos. Si te sacan un ojo, sólo tienes derecho a sacarle un ojo a tu agresor, como compensación proporcional al daño que te causó (Ex 21, 23-25; Lv 24,19-21).
Pues bien, en la Nueva Ley de Jesús esa “modernidad” y supuesta “justicia” no son suficientes. Y no lo son porque no detienen la espiral de violencia y agresiones entre los hombres, no terminan con el reino del odio; sólo organizan la venganza, la contienen un poco.
La ley del evangelio, la ley del amor, es una llave maestra que desactiva todas las bombas, cualquier mecanismo de violencia y de odio; rompe con la lógica de “me la haces, me la pagas”. Llave maestra que abre todas las puertas hacia el perdón, la reconciliación y la paz.
Sin embargo, la usamos poco, aunque todos la tenemos. Aún el más sanguinario delincuente se enternece al abrazar a su bebé, o al recordar a su madre, o al contemplar una puesta maravillosa de sol.
Tenemos la llave. Con ella abramos nuestro corazón a la ternura y al perdón. Tenemos una infinita capacidad de amar. Usemos la llave.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, cm
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