1 Pe 4, 7-13; Sal 95; Mc 11, 11-26.
«Mi casa será casa de oración”
¿Sabes lo que significa “contemporizar”? El diccionario lo define de la siguiente manera: Acomodarse al gusto o dictamen ajeno por algún respeto o fin particular, generalmente para evitar un enfrentamiento. Es decir, simular que me adhiero a alguien, que estoy de acuerdo con alguien, con tal de obtener algún provecho personal o simplemente por no complicarme la vida.
Jesús nunca se acomodó a lo torcido, a lo falso ni a lo injusto. Nunca “contemporizó”, fue un hombre honesto, auténtico, que buscó siempre que la verdad y la justicia salieran a relucir.
En el evangelio de hoy lo vemos enfrentando la estructura más emblemática de la religión judía: el Templo de Jerusalén, centro y corazón del culto a Dios pero que, al igual que la higuera que daba hojas, pero no frutos –la escena también la escuchamos hoy– se había convertido en símbolo de una religión estéril, que consistía en un mero intercambio comercial: doy ofrendas y recibo bendiciones; ofrezco un animal en sacrificio y recibo el perdón y purificación de mis faltas. Para Jesús el culto sin compromiso con la justicia es falso, la fe sin amor (a Dios y al prójimo) es una mentira. En eso no puede transigir.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, cm
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