Sant 3,13-18; Sal 18; Mc 9,14-29
“Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno”
Le presentan a Jesús un muchacho poseído por un demonio, el cual no pudieron expulsar los discípulos. Jesús reprende al espíritu inmundo diciendo “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu”. Posteriormente los discípulos preguntan a Jesús en privado por qué ellos no pudieron expulsarlo. Jesús responde: “esa clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y ayuno”. Es decir, a fuerza de mortificar al cuerpo y ponerse en presencia de Dios continuamente, poniendo nuestra vida frente al Evangelio y descubriendo nuestras debilidades que nos mantienen presos de la crítica, la enemistad, el rencor, la envidia, la pereza, el vicio…
Demonios que nos mantienen incomunicados con el exterior y con la realidad que vivimos, por eso Jesús lo llama espíritu mudo y sordo, porque así nos tiene el pecado, sordos a la palabra de Dios, mudos y aislados de los demás, sumidos en nuestro egoísmo, falso bienestar, conformismo y en nuestra forma mezquina y superficial de vivir.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Santoyo Mondragón, cm
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