Hch 9, 26-31; Sal 21; 1Jn, 18-24; Jn 15, 1-8.
“Yo soy la vid verdadera”
Jesús no sólo quiere que vivamos como él, o que sigamos tras él, o que seamos de él, o que caminemos con él, sino que “vivíamos en él”. Ya que no se trata de una experiencia pasajera, sino de una presencia envolvente, de una realidad penetrante, de una comunión permanente.
Estar en Cristo es acoger a Cristo y escucharle, es tener sus mismos sentimientos y actitudes, es morir y vivir en él, es vivir en la libertad y el amor, es vivir la filiación y la fraternidad, es vivir en total comunión con él y no tener otra vida que Cristo. El que está en Cristo vive “de”, “en”, “por” y “para” Cristo.
Por eso insiste mucho en la necesidad de que permanezcamos unidos a él, no quiere encuentros esporádicos sino una vida inspirada por él, que no nos separemos de su lado, que nuestros ojos y nuestro corazón estén siempre levantados hacia él. Que nos revistamos de Cristo, pero no con un vestido de quita y pon, sino un vestido entrañable.
Miremos hacia nuestro interior y preguntémonos:
¿Qué aspectos de mi vida estoy dejando que sean podados en esta Pascua? ¿Qué purificación y renovación se nota en mi existencia personal y en mi comunidad?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Rodríguez Gaucín, cm
Gracias por sus bellas reflexiones, gracias por ser la voz que hace falta en mi vida. Gracias a Dios!!.
P. Juan Buena reflexion de las lecturas de este domingo. Dios lo bendiga. Hilda C. de B. Torreon.