Hch 13, 13-25; Sal 88; Jn 13, 16-20.
“No es el siervo más que su amo”.
“Les aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía… Puesto que saben esto, dichosos ustedes si lo ponen en práctica”. Jesús, sin duda, ha insistido a menudo sobre este tema: servir.
Pero seamos realistas y revisemos nuestra vida. ¿De qué modo mi vida es un “servicio”? ¿De qué modo soy “servidor”? ¿De quién soy el “servidor hasta la muerte”? El marido de la esposa, la esposa del marido, los padres de los hijos, los hijos de los padres, de mi vecino, de mi jefe, de mi empleado… ¿Hasta dónde llega mi servicio?
Las acciones que realizamos en favor del otro son las que establecen el vínculo que nos une a Jesús.
Actuar como Jesús actuó será la mayor dicha que puede alcanzar el ser humano. Sentirá en su interior la alegría de conocer verdaderamente a Dios, que es libertad, armonía, solidaridad y justicia. Será el fin de una existencia sin sentido, de un vivir por vivir. Pero la dicha de seguir a Jesús, si el compromiso es real, traerá también dificultades, por eso roguémosle al Señor nos conceda la gracia de saber amarle con todo nuestro ser; pero que también nos ayude a amar a nuestro prójimo poniendo nuestra vida al servicio de su salvación.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Rodríguez Gaucín, cm
0 comentarios