Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 39; Hebr 10, 4-10; Lc 1, 26-38.
Llamados a imitar a María
Quisiera que fijáramos nuestra atención especialmente en esta pregunta que nos puede ayudar el día de hoy para nuestra reflexión: ¿Qué celebro yo cuando celebro que Dios nos anuncia que va a hacerse uno de nosotros?
Celebro que merece la pena dejarse llenar de Dios, como María. Especialmente cuando nos sentimos estériles, vacíos, solos… porque ese vacío en sus manos se hace increíblemente fecundo, espacio habitado por su Hijo.
Parecerse a María es escuchar la Palabra de Dios y tras dialogar con Él, poner toda la carne en el asador para hacerla vida. Y que el mayor poder de nuestro Dios es ser Dios~con~nosotros y eso, lejos de empequeñecerle, le hace infinitamente grande y amable. Y así nos invita a nosotros también a ser~con~los~demás, sin que nada pueda resultarnos extraño ni ajeno. El Hijo ya lo conoce, lo ha vivido y va por delante de nosotros, esperándonos.
Hoy es nuestra oportunidad para imitar a María y abrir también nosotros un hueco a la presencia del amor de Dios en nuestra vida. Para ser testigos de ese amor para los que viven con nosotros. No es un camino fácil. No basta con decir “hágase”, sino que hay que hacerlo real en cada minuto de nuestra vida. Y veremos como Dios mismo nos transforma y nos lleva por caminos nuevos, como a María. Probemos. ¡Vale la pena!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Rodríguez Gaucín, cm
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