El viaje hacia la Esperanza es un derecho de todo ser humano

por | Abr 9, 2018 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

Muchas veces pensamos que nuestros pequeños gestos de ayuda son casi inútiles ante el inmenso campo del dolor y de las necesidades. Nada más erróneo. Este pequeño resumen de un viaje hacia la Esperanza pretende humildemente demostrar todo lo contrario. 

Jacobo es un joven subsahariano de veintiséis años, que un día, impulsado por la necesidad de ayudar a su familia, dejó con dolor su país natal y se embarcó en la dura aventura de llegar a Europa. Tuvo la desgracia de sufrir el ataque de bandidos al llegar a Nador. Estos le seccionaron los tendones de la mano y le hirieron gravemente el costado, lesionando los nervios y tendones de esa zona. Después de ser operado en el Hospital de Nador, pasó a nuestra mini residencia porque no podía caminar.

Con el paso del tiempo recuperó la movilidad de la mano, pero no la fuerza en la pierna, la cual falla; al no tener fuerza ni sensibilidad en ella, esto hace que al caminar corra peligro de caerse, como ya ha sucedido en numerosas ocasiones. Después de tres meses de permanencia con nosotros en la residencia, el equipo de la Delegación de Migración de Nador en el que trabajo, nos planteamos qué podíamos hacer. Y en este momento empieza el viaje hacia la Esperanza.

Decidimos pedir al Consulado Español un Visado Humanitario, para ello necesitábamos, entre otras cosas, tener un lugar donde este muchacho fuera acogido. No dudé en ponerme en contacto con mis Hermanas de la otra orilla, y el milagro se produjo como otras veces anteriores en que he “tocado” a esa misma puerta. Toda una acción coordinada entre un país y otro se puso en marcha, y al final, Jacobo seria acogido en una residencia de Hijas de la Caridad, esto bastó para que, junto a los otros requisitos, la cónsul de España en Nador nos diera en un tiempo record el visado humanitario. No os suponéis la alegría de llegar y decirle: “Jacobo, nos vamos a España”. Se echó a llorar y nos abrazaba diciendo: Gracias, gracias. Fue un día de alegría para todos.

La incertidumbre de los días pasados y su mirada al cruzarse con la nuestra de interrogación y suplica habían pasado. El viaje a la esperanza tomaba cuerpo, se hacía realidad. Ese mismo día salimos con él para España, donde podría tener una oportunidad de curación. Al final de un largo viaje en avión y en autobús, donde todo era novedad para él, llegamos a Sevilla. En la estación nos esperaban las Hermanas, y partimos hacia la Residencia donde se quedaría por el momento. Todo era una bella sinfonía de acogida, de Caridad de intentar que se sintiera en su casa. Viendo lo feliz que estaba, en ese momento me sentí orgullosa de ser Hija de la Caridad, de haber puesto junto a mis Hermanas un granito de arena para hacer de este mundo un lugar mejor.

No es mucho, aunque el valor de las cosas no depende de su magnitud ni de su cantidad, sino del Amor con que se hace, y con este granito de arena habíamos devuelto la Esperanza y la alegría a una vida, a un ser humano. Pensaba en los miles que no tendrán esta oportunidad, que morirán en el mar, que llegarán y serán devueltos a sus países que….no tendrán el calor de la acogida. Por el momento, al menos Jacobo, seguirá realizando su viaje hacia la Esperanza de encontrar una vida mejor, de recuperar la salud, de poder ayudar a su familia.

El trabajo en colaboración ha sido fundamental para poder lograrlo. Hay muchos, muchísimos Jacobo que nos necesitan, ¿es que seremos capaces de poner ese granito de arena? El viaje hacia la Esperanza es un derecho de todo ser humano.

Con nuestra más profunda gratitud.

Sor María Francisca Tous. Hija de la Caridad
tomado de: hhccespanasur.org

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