Hch 2,36-41; Sal 32; Jn 20, 11-18.
“¿A quién buscas?”
María magdalena ha encontrado a Jesús resucitado, a quien había encontrado en la historia. Y ese encuentro la ha vitalizado, le ha abierto los ojos: “Resucitó de veras mi amor y mi esperanza”.
Solo para los que aman de verdad tiene sentido pleno la resurrección. Solo se resucita en la medida en que se ama.
En este día preguntémonos: ¿Qué anhelamos, en el fondo, cuando esperamos una llamada telefónica, cuando mendigamos una sonrisa, cuando queremos que todas las piezas de nuestro mosaico encajen, cuando hacemos un favor a otra persona? ¿Qué se esconde detrás de nuestro desasosiego, de nuestros sinsabores, de esa sensación de que las cosas no resultan como habíamos imaginado?
Dejemos que el Resucitado nos sorprenda como a Magdalena en el sepulcro, lo que nos toca hacer es ir como ella a buscarlo con anhelo desesperado sólo por amor, entonces Él se manifestará llenando nuestro corazón con un amor que nos impulsa a llevarlo más adelante, de expresarlo, de proclamarlo; solo hay que abrir el corazón…”Estoy a la puerta y llamo”.
¿Tengo experiencia de resurrección? ¿Me siento “amenazado” de resurrección?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Rodríguez Gaucín, cm
0 comentarios