“Mi hora está cerca, y voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”
Is 50, 4-9; Sal 68; Mt 26, 14-25.
Dos elementos importantes aparecen en el relato del evangelio de este día: el primero, la celebración de Pascua en un lugar no alejado de la ciudad sino en medio de ella; siendo una fiesta, la más importante que los judíos tenían, podría ameritar que se hiciera con la mayor solemnidad y apartados de las preocupaciones cotidianas, lejos de la violencia y los pecadores. Pero no ha sido así.
Jesús envía a los discípulos a recorrer la ciudad y llegar al centro para que ahí celebren la liberación de Israel que ahora se actualiza para toda la humanidad.
La imagen resulta muy bella: en medio del posible caos, de las preocupaciones y trabajos, en medio de la vida de hombres y mujeres, ha querido compartir su última comida, su cena de despedida.
Avanzando al siguiente elemento, esta cena de Pascua la celebra en tu casa, en tus circunstancias, en medio de tus tristezas y esperanzas, pero no llega solo, lo propio de Dios es llegar acompañado, llega con sus discípulos a quienes llamará amigos.
La liberación de Dios será para todos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, cm
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