“A los pobres los tendrán siempre, a mí en cambio, no siempre me tendrán”
Is 42, 1-7; Sal 26; Jn 12, 1-11.
Judas reclama que fue un desperdicio haber derramado un perfume tan caro en los pies de su Maestro, mejor se hubiera dado ese dinero a los pobres.
Lejos de indignarse por no ayudar a los pobres en sus necesidades, lo hace por no haber tenido ese dinero en sus manos.
Entre los más cercanos a Jesús se halla uno que le traiciona, después vendrá el culmen, pero ya comenzó. No simpatiza ni con el maestro ni con la mujer que se adelanta a preparar su funeral.
No solo es Judas Iscariote, quizá es uno de nosotros, que figura entre los seguidores de Jesús pero que no le ha entregado su corazón, ni avanza en el camino con él.
Jesús responde: “a los pobres siempre los tendrán con ustedes”. No es una sentencia o una determinación de Dios, significa que mientras no nos revistamos de los mismos sentimientos de Jesucristo, como decía S. Pablo, estaremos frenando el Reino de Dios y su justicia, en consecuencia, la miseria no será erradicada de nuestra tierra.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, cm
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