Gen 17, 3-9; Sal 104; Jn 8, 51-59.
“El que acepta mi mensaje jamás morirá”
Las tensiones entre Jesús y los dirigentes del pueblo judío han ido creciendo al pasar los días, él les habla de la relación que existe con su Padre y de su envío al mundo no para condenarle sino para dar vida en abundancia. Ellos no aceptan tal mensaje y les repugna que Jesús se diga Hijo del Padre o que se coloque por encima de Abraham.
Podríamos pensar que era más sano y seguro que Jesús se hubiera quedado en silencio, sin discutir con las autoridades del templo; en otro momento su familia fue a sacarlo de una discusión con los fariseos argumentando que se había vuelto loco.
El contraste es evidente, Jesús ofrece vida en abundancia para aquel que se atreva a hacerse su discípulo, mientras que los jefes de los sacerdotes amenazan dar muerte a aquel que se atreva a cuestionar su modo de proceder.
Hoy no ha cambiado mucho la oferta de caminos: si como discípulo de Jesús te atreves a denunciar la corrupción, la compra de votos, la injustica, las políticas públicas que empobrecen a miles, los ataques a la familia, el crimen organizado… te espera ver cómo se despliega el poder de aquellos, y el peligro sobreviene.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, cm
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