El carisma vicenciano, del cual hemos celebrado los cuatrocientos años, podía contarse, no solo con conferencias y estudios, sino también adentrándose en la tradición de las obras de arte con las que se retrató a nuestro fundador. Fue esta exploración la que nos permitió hacer un estudio bastante completo de la iconografía vicenciana en Italia entre los siglos XVIII y XX, en la que se estampó el afecto hacia San Vicente en la tradición de la Familia Vicenciana. Con este propósito, la exposición “Los colores de la caridad” se realizó del 15 de diciembre de 2017 al 25 de febrero de 2018 en el Colegio Alberoni de Piacenza.
El centro de la muestra fue una estructura preparada en el Salón de los Tapices. Si pintó de rojo para hacer entrar a los visitantes en el corazón de la caridad de San Vicente. De hecho, esta dispuesta en forma de dos U invertidas y entrelazadas entre ellas desde el interno, para crear dos grandes compartimentos como si fueran los ventrículos de un corazón. En las paredes internas de esta estructura se colocaron grandes retablos redondos, que recuerdan el carisma vicenciano.
El primer espacio está dedicado al tema de la predicación de San Vicente. Se encuentran expuestos: el retablo de la beatificación (1729) de Aureliano Milani; el retablo de la Galleria Corsini de Giacomo Zoboli pintado con motivo de la canonización (1737); el retablo del luganese Giuseppe Antonio Petrini de 1748-50; el retablo de Vittorio Amedeo Rapous de 1776. El segundo espacio está dedicado al tema del encuentro de amistad con San Francisco de Sales, quien alentó a San Vicente a descubrir la amabilidad. Hay otros dos grandes retablos: uno es de Sebastiano Conca de 1751 y representa la visión de los “Tres globos” y el segundo, de Francesco Vellani, que muestra a San Francisco de Sales dando a San Vicente el puesto de superior de la monasterios de la Visitación de París.
Llegando al siguiente nivel, el de la caridad, se encuentra un gran lienzo del pintor bergamaso Giovanni Carobbio, en el cual, en primer plano, se representa San Vicente que envía los primeros compañeros a la misión, y en segundo plano, dos Hijas de Caridad que hacen un sangrado (fletomía) a una persona pobre. A lo largo de las paredes exteriores de esta estructura, estaban expuestas las pinturas que representan: la fundación de la Misión con la presencia de la señora de Gondi (así parece en el conjunto) y uno de los primeros lienzos de la caridad en Italia por Antonio y Ubaldo Ricci (1731): representa a San Vicente que instruye a las Hijas y las Damas de la Caridad sobre el uso del dinero a favor de los pobres. El más valorado entre las pinturas de la caridad es el lienzo del milanés Mauro Conconi, el cual fue descubierto con gran sorpresa, en la Cámara de Diputados en Roma, en la zona de la Comisión de Hacienda. Obtuvo el primer premio en la Academia de Bellas Artes de Boloña en 1841 y representa la exhortación de San Vicente a las damas parisinas a favor de la obra de los niños expósitos.
La exposición luego se despliega a través de otras dos grandes salas. Una primera sala muestra una selección de cinco retratos de San Vicente, entre los más de 200 que se han expuesto en toda Italia. Entre estos, la sorpresa es una pintura de Adeodato Malatesta de gran finura artística y otra de grandes dimensiones, atribuida a Alessandro Calvi. En la misma sala hay cuatro grandes óvalos, pintados por Michele Antonio Milocco, con motivo de las celebraciones de la beatificación de San Vicente en Turín en 1730, y una refinada pintura de Guglielmo De Sanctis que representa al santo que instruyó a los sacerdotes de las Conferencias de los martes, en presencia de los cardenales Richelieu y Mazzarino. Este lienzo fue encargado por el Papa Pío IX a los misioneros de la Casa de Roma en agradecimiento por su trabajo a favor del clero.
En la segunda sala, el centro es un lienzo de Luigi Crespi, en el que San Vicente venera a la Virgen entronizada. En las paredes, a la izquierda, una docena de cuadros, como los de Rodolfo Morgari o Salvatore Monosilio; a la derecha, todos los grabados originales de Antoine Hérisset, realizados con motivo de la beatificación, y que fueron el vehículo para la difusión de la veneración del santo en una época que obviamente no existía la fotografía.
En el pasillo entre estas dos salas hay, por un lado, una ventana que muestra, por primera vez, la ropa original de San Vicente: el sombrero de viaje, la sotana, el manto y las zapatillas, puestos a disposición por la Casa de la Misión de Turín. Para la ocasión, se realizó una indagación científica sobre su estado de conservación. Por otro lado, está la reproducción de San Vicente en un fresco desconocido de Aurelio Galeppini, el ilustrador de Tex Willer, famoso personaje del oeste en la historia de la caricatura italiana.
En resumen, una visita en compañía de San Vicente para recordar el carisma a través de la mirada de artistas italianos que han traducido en imágenes los sentimientos de gratitud y reconocimiento que nuestros predecesores han alimentado hacia nuestro Fundador. De hecho, cada pintura no es una simple reproducción de los acontecimientos de la vida, sino que es sobre todo la transfiguración en forma de belleza artística de esos mismos eventos, para que puedan penetrar nuestra sensibilidad y hacerla florecer en el deseo de reactivación del mismo carisma.
Gracias al catálogo que se preparó para la ocasión, la exposición tendrá documentación que se mantendrá en el futuro. En él, no solo las obras en exhibición, sino también todas las representaciones pictóricas importantes que podrían ser catalogadas y fotografiadas. El catálogo fue muy rico en la reproducción de imágenes de alta definición de estas obras, por lo que pueden ser admiradas incluso por aquellos que no pudieron ver la exposición en persona.
Autor: P. Antonello Erminio, CM
Fuente: https://cmglobal.org
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