“Cuántas veces he de perdonar a mi hermano»
Dn 3, 25. 34-43; Sal 24; Mt 18, 21-35.
La preparación hacia la Pascua camina por actitudes y decisiones que cambien nuestra vida, tal es el caso del perdón. Perdonar, dice el evangelio, implica compadecerse. Cuando lo hacemos miramos nuestra fragilidad y la de aquel que nos lastimó: el daño está hecho y no lo puede deshacer, en el mejor de los casos puede hacerse responsable de sus actos.
No pensemos que perdonar es olvidar. Vivimos en una sociedad lastimada por la violencia sistematizada, muchas familias han perdido a uno de los suyos a causa del crimen organizado; los agravios también están presentes en los altos costos de los bienes y servicios cotidianos, causados por decisiones irresponsables de nuestros gobernantes; lastima la corrupción, ofenden los discursos irreales de que el país avanza por el progreso.
Perdonar, por tanto, nos exige trabajar en nuestra persona, familia y sociedad, para no alimentar más la violencia o la injusticia. Pidamos a Dios que nos haga capaces de aprender de nuestro pasado, capaces para hacernos responsables de lo que dijimos o hicimos, es decir, perdonar con justicia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, cm
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