Gen 22, 1-2. 13-18; Sal 115, 10-19, Rom 8, 31-34, Mc 9, 2-10.
“Este es mi Hijo amado, escúchenlo”
Recibió el bautismo de Juan, como si fuera un pecador más. Inmediatamente después, Jesús tuvo la profunda experiencia de sentirse el elegido y el amado del Padre. Ahora, en esta reunión en la cumbre de la Transfiguración, cuando ya se entrevén los palos de la cruz, de nuevo la voz del Padre lo confirma como “el amado”. Y añade, para nosotros, un mandamiento: “¡Escúchenlo!”.
¿Buscas la noticia más importante de la última hora? Escúchalo, él es la noticia de hoy y la más nueva del mañana de mañana.
Él es el más importante y último e-mail del Padre; en Jesucristo nos dijo todo lo que tenía que decirnos del amor que nos tiene. Su Hijo, el amado, es la Palabra que crea y sostiene el universo, la que vino para llenarnos de vida, de consuelo y de esperanza. ¡Escúchalo!
Tú (yo) que tienes tiempo para los chismes de las televisoras y sus divorcios y las últimas poses del vecino de Facebook, ¿no encontrarás tiempo para escuchar a Jesucristo? ¿Ni siquiera un cuarto de hora al día? ¿No puedes leer y orar cada día un breve texto del evangelio? Si a él no lo escuchamos, ¿te extrañará que tantos seamos mudos?.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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