Día 3. Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo
(Éxodo 3, 4-10) Dios libera a los cautivos (Salmo 24, 1-6) es la generación de los que anhelan tu rostro, Dios de Jacob (1 Corintios 6, 9-20) Glorificad, pues, a Dios con vuestro cuerpo (Mateo 18, 1-7) ¡Ay de aquel que incite a pecar!
Muchas Iglesias cristianas del Caribe están preocupadas por el tema de la pornografía, especialmente a través de internet. La pornografía tiene consecuencias desastrosas para la dignidad humana, sobre todo para los adolescentes y los jóvenes. Al igual que la esclavitud, la pornografía mercantiliza a los seres humanos, afectando a los que son adictos a ella y dañando las relaciones auténticas de amor.
Reflexión: El libro del Éxodo muestra la solicitud de Dios por los cautivos. La revelación de Dios a Moisés en el episodio de la zarza ardiente fue una declaración poderosa de su voluntad de liberar a su pueblo. Dios vio sus penalidades, oyó su grito y vino para liberarlos. Mientras que la sexualidad es un don de Dios para las relaciones humanas y la expresión de la intimidad, el mal uso de este don a través de la pornografía esclaviza y devalúa tanto al que se dedica a producirla, como al que la consume. Dios no es insensible a esta situación y los cristianos son llamados a ser igualmente solícitos. San Pablo dice que estamos llamados a glorificar a Dios con nuestros cuerpos, lo que significa que todas las dimensiones de nuestra vida, incluidas nuestras relaciones, pueden y deben ser ofrenda agradable a Dios. Los cristianos deben trabajar juntos para construir un modelo de sociedad que defienda la dignidad del ser humano y que no incite a pecar a los más pequeños, sino que, al contrario, los capacite para que vivan en libertad, que es la voluntad de Dios para ellos.
Oración. Por tu gracia divina, Señor, restaura nuestra mente y nuestro cuerpo. Crea en nosotros un corazón limpio y una mente pura para que podamos dar gloria a tu Nombre. Que tu Iglesia se mantenga unida en un mismo propósito para la santificación de tu pueblo. Te lo pedimos por medio de Jesucristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
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