Por qué debemos amar a nuestros enemigos #MLKDay2018

por | Ene 14, 2018 | Espiritualidad y práctica espiritual, Formación, Justicia y Paz, Reflexiones | 0 comentarios

Mientras gestionaba mi propio enojo por la permanente conducta personal y política del Presidente de los Estados Unidos, recordé estas palabras de Martin Luther King, Jr.: «Ahora bien, hay una razón final por la cual creo que Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos». Es esta: que el amor tiene dentro de sí un poder redentor. Y hay un poder que eventualmente transforma individuos. Es por eso que Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos». Porque si odias a tus enemigos, no hay manera de redimir y transformar a tus enemigos. Pero si amas a tus enemigos, descubrirás que en la misma raíz del amor hay potencial de redención». Así que volví a leer todo el sermón. Vale la pena dedicarle un poco de tu tiempo este fin de semana. Incluso mientras censuramos el racismo y la xenofobia del Presidente, su devoción a un estilo de vida decadente y la falta de preocupación por los pobres, todavía nos enfrentamos con el mandato de Jesús. He aquí una parte de este magnífico tratamiento del más difícil de los mandamientos divinos. Hay un enlace a la versión completa y una grabación de audio al final.

Pronunciado en Dexter Avenue Baptist Church, Montgomery, Alabama, el 17 de noviembre de 1957.

Hay otra razón por la que deben amar a sus enemigos, y eso es porque el odio distorsiona la personalidad de la persona que odia. Solemos pensar en lo que el odio hace por el individuo odiado o los individuos odiados o los grupos odiados. Pero es aún más trágico, es aún más ruinoso y más perjudicial para el individuo que odia. Comienzan odiando a alguien, y comenzarán a hacer cosas irracionales. No puedes ver bien cuando odias. No puedes caminar derecho cuando odias. No puedes mantenerte de pie. Tu visión se distorsiona. No hay nada más trágico que ver a un individuo cuyo corazón está lleno de odio. Llega al punto en el que se convierte en un caso patológico. Porque ante la persona que odia, puedes ponerte de pie y ver esa persona y esa persona puede decirse hermosa, y puedes decir que es horrible. Para la persona que odia, lo bello se vuelve horrible y lo horrible se vuelve hermoso. Para la persona que odia, lo bueno se vuelve malo y lo malo se vuelve bueno. Para la persona que odia, lo verdadero se vuelve falso y lo falso se vuelve verdadero. Eso hace el odio. No puedes ver correctamente. El símbolo de la objetividad se pierde. El odio destruye la estructura misma de la personalidad de la persona que odia… [se interrumpe aquí la grabación]

…la forma de ser íntegro en ti mismo es estar seguro de que enfrentas todas las situaciones de la vida con un amor abundante. Nunca odien, porque termina en trágicas respuestas neuróticas. Los psicólogos y los psiquiatras nos dicen hoy que cuanto más nos odiamos, más desarrollamos sentimientos de culpa y empezamos a reprimirnos inconscientemente o suprimir ciertas emociones conscientemente, y todo se amontona en nuestro ser subconsciente y cuasa trágicas respuestas neuróticas. ¿Y no será que la neurosis de muchas personas cuando se enfrentan a la vida es porque hay un elemento de odio por allí? Y la psicología moderna ahora nos llama a amar. Pero mucho antes de que la psicología moderna entrara existiera, el psicólogo más grande del mundo que caminaba alrededor de las colinas de Galilea nos dijo que amáramos; miró a los hombres y dijo: «Amad a vuestros enemigos; no odien a nadie.» No es suficiente amar a nuestros amigos, porque cuando empiezas a odiar a una sóla persona, se destruye el centro de tu respuesta creativa a la vida y al universo; así que amen a todos. El odio en cualquier punto es un cáncer que corroe el centro vital de tu vida y tu existencia. Es como un ácido de erosión que corroe lo mejor y la escencia objetiva de tu vida. Así que Jesús dice «amen», porque el odio destruye al que odia, al igual que el que es odiado.

Ahora bien, hay una razón final por la cual creo que Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos». Es esta: que el amor tiene dentro de sí un poder redentor. Y hay un poder que eventualmente transforma individuos. Es por eso que Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos». Porque si odias a tus enemigos, no hay manera de redimir y transformar a tus enemigos. Pero si amas a tus enemigos, descubrirás que en la misma raíz del amor hay potencial de redención. Tan solo continúas amando a la gente y sigues amándola, a pesar de que te están maltratando. Allí está la persona que es un prójimo, y esta persona te está haciendo algo malo a ti y todo eso. Sólo sigue siendo amable con esa persona. Continúa amándola. No hagas nada para avergonzarlos. Continúa amándolos, y no pueden soportarlo por mucho tiempo. Oh, reaccionan de muchas maneras al principio. Reaccionan con amargura porque están molestos en que los ames así. Reaccionan con sentimientos de culpa, y a veces te odiarán un poco más en ese período de transición, pero sólo continúa amándolos. Y por el poder de tu amor se quebrarán con la carga. Es el amor, ya ven. Es redentor, y es por eso que Jesús dice «amen». Hay algo sobre el amor que se acumula y es creativo. Hay algo sobre el odio que derriba y es destructivo. Así que amen a sus enemigos.

Pienso en uno de los mejores ejemplos de esto. Todos recordamos al gran presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln, este Estados Unidos de antes. ¿Se acuerdan cuando Abraham Lincoln era candidato a la presidencia de Estados Unidos? Había un hombre que corría por todo el país hablando de Lincoln. Decía muchas cosas malas acerca de Lincoln, un montón de cosas desagradables. Y a veces, llegó al punto en que incluso hablaba de su aspecto, diciendo: «Ustedes no quieren un hombre altote, larguirucho, ignorante como este para ser el presidente de los Estados Unidos.» Y se fue y siguió y siguió con ese tipo de actitud y escribió sobre eso. Finalmente, un día Abraham Lincoln fue elegido presidente de los Estados Unidos. Y si leen la gran biografía de Lincoln, si leen las grandes obras sobre él, descubrirán que como cada presidente llega a este punto, le llegó el momento de tener que elegir un gabinete. Y llegó la hora de que se elijiera a un secretario de guerra. Miró a lo largo de la nación, y decidió elegir a un hombre con el nombre del señor Stanton. Y cuando Abraham Lincoln sereunión con sus asesores y mencionó este hecho, ellos le dijeron: «Mister Lincoln, ¿es usted un tonto? ¿Sabe usted lo que el Sr. Stanton ha estado diciendo sobre usted? ¿Sabe lo que él ha hecho, lo que le ha intentado hacer a usted? ¿Sabe que él lo ha tratado de vencer en cada momento? ¿Sabe eso, señor Lincoln? ¿Ha leído todos los comentarios despectivos que hizo hacia usted?» Abraham Lincoln estaba delante de los asesores alrededor de él, y dijo: «Oh, sí, ya sé sobre eso; lo leí, y yo mismo lo he escuchado, pero después de examinar el país, me parece que él es el mejor hombre para el puesto»

El señor Stanton llegó a ser secretario de guerra, y unos meses más tarde, Abraham Lincoln fue asesinado. Y si van a Washington, descubrirán que una de las grandes palabras o declaraciones jamás hechas acerca de Abraham Lincoln fue hecho por este hombre Stanton. Y mientras Abraham Lincoln llegaba al final de sus días, Stanton se levantó y dijo: «Ahora pertenece a la historia.» Y él hizo una declaración hermosa sobre el carácter y la estatura de este hombre. Si Abraham Lincoln hubiera odiado a Stanton, si Abraham Lincoln hubiera devuelto todo lo que Stanton dijo, Abraham Lincoln no habría no transformado y redimido esa actitud de Stanton. Stanton hubiera ido a la tumba odiando a Lincoln y Lincoln habría ido a la tumba odiando a Stanton. Pero a través de la fuerza del amor, Abraham Lincoln fue capaz de redimir esa actitud de Stanton.

He ahí. Hay un poder en el amor que nuestro mundo todavía no ha descubierto. Jesús lo descubrió hace siglos. Mahatma Gandhi de la India lo descubrió hace unos años, pero la mayoría de los hombres y la mayoría de las mujeres nunca lo descubren. Porque creen en devolver golpes por golpes; creen en dar un ojo por ojo y un diente por un diente; creen en odiar por odiar; pero Jesús viene a nosotros y dice: «Ese no es el camino.»

Y ¡oh! esta mañana, al pensar en el hecho de que nuestro mundo está en transición ahora, nuestro mundo se enfrenta a una revolución, nuestra nación se enfrenta a una revolución, nuestra nación; una de las cosas que más me interesa es que en medio de la revolución del mundo y en medio de la revolución de esta nación, descubramos el significado de las palabras de Jesús.

La historia desafortunadamente deja a algunas personas oprimidas y a algunas personas como opresores. Y hay tres maneras en que las personas que están oprimidas pueden hacer frente a su opresión. Una de ellas es levantarse contra sus opresores con violencia física y el odio que corroe, pero, ¡oh, este no es el camino!. Porque el peligro y la debilidad de este método es su inutilidad. La violencia crea muchos más problemas sociales de los que resuelve. Y ya lo he dicho en muchas ocasiones, que, como el Negro, en particular, y los pueblos de color en todo el mundo luchan por la libertad, si sucumben a la tentación de recurrir a la violencia en su lucha, las generaciones futuras serán los recipientes de una larga y desolada noche de amargura, y nuestro principal legado para el futuro será un reinado sin fin de caos sin sentido. La violencia no es el camino.

Otra forma es consentir y ceder, resignarte a la opresión. Algunas personas hacen eso. Descubren las dificultades del desierto al moverse hacia la tierra prometida, y preferirían volver con los déspotas de Egipto porque es difícil llegar a la tierra prometida. Y así, se resignan a la suerte de la opresión; de alguna manera consienten esta cosa. Pero ese tampoco es el camino porque la no-cooperación con el mal es tanto una obligación moral como lo es la cooperación con el bien.

Pero hay otra manera. Y esa es organizar la resistencia no-violenta de masas basándose en el principio del amor. Me parece que esta es la única manera de protestar mientras nuestros ojos miran hacia el futuro. Al mirar a través de los años y a través de las generaciones, desarrollémonos y movámonos así. Debemos descubrir el poder del amor, el poder, el poder redentor del amor. Y cuando lo descubramos, vamos a ser capaces de hacer de este viejo mundo un mundo nuevo. Vamos a ser capaces de ser mejores hombres. El amor es el único camino. Jesús lo descubrió.

No sólo lo descubrió Jesús, incluso grandes líderes militares lo descubrieron. Un día cuando Napoleón llegó hacia el final de su carrera y miró hacia atrás a través de los años, el bárbaro Napoleón que a una edad muy temprana había casi conquistado el mundo, él no se detuvo hasta que se volvió, hasta que se movió a la batalla de Leipzig y luego a Waterloo. Pero ese mismo Napoleón un día vio hacia atrás y miró a través de los años, y dijo:

«Alejandro, César, Carlomagno, y yo, hemos construido grandes imperios. ¿Pero de qué dependían? Dependían de la coherción. Pero hace mucho tiempo, Jesús comenzó un imperio que dependía de amor, y aún al día de hoy, millones morirán por él.»

Sí, puedo ver a Jesús caminando por las colinas y los valles de Palestina, y puedo verlo mirando hacia el Imperio Romano con toda su fascinante e intrincada maquinaria militar. Pero en medio de eso, puedo oírle decir: «No voy a utilizar ese método, Tampoco yo odio al Imperio Romano.»… Y estoy orgulloso de estar aquí en Dexter esta mañana y decir que aquél ejército [de Jesús] sigue marchando. Surgió a partir de un grupo de once o doce hombres, y se volvió en más de setecientos millones en la actualidad. Porque el poder y la influencia de la personalidad de este Cristo, él fue capaz de dividir la historia en antes y después de Cristo. Debido a su poder, Él fue capaz de sacudir las bisagras de las puertas del Imperio Romano. Y todo el mundo esta mañana, podemos escuchar el eco alegre del anillo de los cielos:

«Jesús reinará donde quiera que esté el sol, Hace sus viajes sucesivos; Su reino se extiende de costa a costa, Hasta en donde la luna mengua y no hay más cera. Podemos escuchar otro coro cantando: «¡Todos aclamen el poder del nombre de Jesús!»

Podemos escuchar a otro coro cantar:

«¡Aleluya, aleluya! ¡Él es Rey de Reyes y Señor de Señores! ¡Aleluya, aleluya!»

Podemos escuchar otro canto coral:

«En Cristo no hay Este ni Oeste. En Él no hay Norte o Sur, Sino una gran comunidad de Amor. A lo largo de todo el ancho mundo. Esta es el único camino.»

Y nuestra civilización debe descubrir eso. Las personas deben descubrir eso al tratar con otras personas. Hay un pequeño madero clavado en una pequeña colina y en ese árbol yace el personaje más influyente que ha venido a este mundo. Pero jamás sientan que ese madero es un drama sin sentido que tuvo lugar en las etapas de la historia. ¡Oh, no! Es un telescopio a través del cual miramos la larga vista de la eternidad, y vemos el amor de Dios irrumpiendo en el tiempo. Es un recordatorio eterno que se le hace a una generación ebria de poder, un recordatorio de que el amor es el único camino. Es un recordatorio eterno a una generación dependiente de energía nuclear y atómica, una generación dependiente de la violencia física, un recordario de que el amor es el único poder creativo, redentor, y transformador en el universo.

Así que esta mañana, al mirar sus ojos, y los ojos de todos mis hermanos en Alabama y en toda América y el mundo, les digo, «Los amo. Yo preferiría morir por ustedes.» Y soy tan imprudente como para creer que a través del poder de este amor en algún lugar, hombres de la inclinación más recalcitrante serán transformados. Y luego estaremos en el reino de Dios. Seremos capaces de matricularnos en la universidad de la vida eterna, porque tuvimos el poder de amar a nuestros enemigos, de bendecir a las personas que nos maldijeron, de incluso decidir ser buenos con aquellas personas que nos odiaron, y de incluso haber orado por las personas que nos ultrajaron.

¡Oh Dios!, ayúdanos en nuestras vidas y en todas nuestras actitudes, a elaborar esta fuerza controladora del amor, este poder controlador que puede resolver todo problema que enfrentamos en todas las áreas. ¡Oh! hablamos de política; hablamos de los problemas que enfrenta nuestra civilización atómica. Concede que todos los hombres puedan reunirse y descubrir que a medida que resolvemos la crisis y resolvemos estos problemas (los problemas internacionales, los problemas de la energía atómica, los problemas de la energía nuclear, y sí, incluso el problema racial), podamos unirnos juntos en un gran comunión de amor y postrarnos a los pies de Jesús. Danos esta firme determinación. En el nombre y en el espíritu de este Cristo, oramos. Amén.



Tomado de «kingencylopedia project» en la Universidad de Stamford. Puedes escuchar el audio original de este vibrante sermón pulsando aquí.

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